("El Luchador de ayer" es un libro de 210 páginas que recoge las crónicas redactadas y publicadas en el mismo diario por AF sobre temas abordados por el entonces vespertino de los Hermanos Suegart desde 1907 hasta 1925. Editado por iniciativa del director del periodico en su nueva etapa, Licenciado Víctor Casado, noviembre de 2006)
Sale de nuevo El Luchador a la palestra con el mismo espíritu y pasión de los viejos tiempos. Ayer, vale decir, desde el 10 de julio de 1905 hasta muy avanzado el siglo XX, no había competencia, acaso una que otra publicación efímera casi siempre editada en sus propios talleres fundados mucho antes por don Agustín Suegart, de prosapia gala, como Teofrasto Renaudot, el padre de la prensa, médico además de la universidad de Montpellier en los tiempos del Cardenal Richelieu y del monarca Luis XIII., pero en Guayana como en Venezuela las condiciones sociales y políticas eran bastante distintas por difíciles y escabrosas.
Ciertamente que El Luchador circulaba sin más competencia que la propia emoción que suscitaba el esfuerzo cotidiano de imprimir el suceso con máquina de vapor en las “inmensas soledades” del Orinoco como bien editorializara la prensa heroica. La población no daba para tanto como en la actualidad. Casi bucólica, la población angostureña no llegaba a 20 mil almas ni a 50 mil la de todo el Estado. Hoy cuando El Luchador reanuda su camino luego de un descanso o receso de veinte años, Cuidad Bolívar cuenta con 400 mil habitantes aproximadamente y con un millón quinientos mil toda la región a la que diariamente se empeña en informar unos ocho buenos periódicos.
Y como si fuese poco, existe hoy en la confluencia de los dos grandes ríos otra gran urbe, Ciudad Guayana, la hija menor de Ciudad Bolívar, pero superior en desarrollo y crecimiento, todo lo cual tiende a sublimar la pasión por el encuentro de este El Luchador de innegable linaje histórico con los periódicos de hoy, pero El Luchador de ayer sólo con el nombre o, en todo caso, con el contenido del nombre, totalmente despejado, evolucionado, actualizado y de brazo con los tiempos que aceleradamente rompen las barreras del cosmos. Determinantemente El Luchador que hoy reanuda su camino, cuenta con los recursos tecnológicos y profesionales de los nuevos tiempos para competir con dinamismo y calidad en la sociedad pos moderna. Esto, por supuesto, que no obsta para que El Luchador de ayer se refleje aunque sea en esta columna escueta, diseñada para que día a día vaya relatando lo que ocurrió desde el primer día de su fundación y que es objetivamente la historia grande y menuda de la provincia orinoquense del siglo veinte.
El Luchador de ayer fue el resultado de un parto difícil que podríamos decir tuvo su secuela dolorosa cuando falleció su primer director y fundador don Jorge Suegart y posteriormente cuando el llamado “Grupo Barranco” lo desbarrancó por un precipicio que parecía insalvable hasta ahora que cayó en las manos de un grupo de guayaneses encabezado por su editor, el licenciado Víctor Casado, evidentemente casado con los valores entrañables de la tierra de sus ancestros.
Al rescatarse el nombre de El Luchador lo asociamos a la imagen del ave fénix que renace de sus cenizas, ave que ahora (a sus patrocinadores) eleva en sus propias alas de pájaro mitológico y los hace dueño del reconocimiento de la sabia y natural tradición bolivarense, reconocimiento siempre reservado para los grandes gestos. Desde aquí entonces queremos saludar el esfuerzo con la pura tinta del pasado donde siempre tendrá que humedecerse el presente, sustancia inmanente del futuro.
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