martes, 12 de enero de 2010

EL DORADO, UN MITO HECHO REALIDAD




Este trabajo de Américo Fernández es un aporte indiscutible al conocimiento del esfuerzo desplegado en Guayana por sus hombres, para obtener el mayor provecho de sus recursos naturales. Partiendo de su idea central sobre la utopía de El Dorado que ingenuamente esperaban encontrarse los colonizadores. Este gran periodista nos adentra en una historia de relaciones guayanesas que superan cualquier tesoro que pudiera entregarnos la naturaleza.


Creo importante el concepto desarrollado por el autor en cuanto a percibir la riqueza guayanesa sólo como partida privilegiada para el necesario esfuerzo de enriquecimiento humano. La idea de Américo Fernández responde a un enfoque perfectamente coherente con una visión moderna de los procesos productivos y de la capacidad competitiva que deben desarrollar las naciones. En el mundo de hoy, los recursos naturales sólo toman sentido cuando el hombre los transforma de manera eficiente y limpia.

No se trata, como nos plantea el autor, de encontrar oro suficiente como agotar nuestras necesidades y apetencias, sin desplegar un esfuerzo creador. Esa no es la historia que se reseña en este libro, sino el empeño necesario del hombre en Guayana por planificar y ejecutar, de la manera más inteligente, el aprovechamiento de una parte realmente única del planeta.

Pero es el proceso de enriquecimiento del conocimiento humano el que hace dejar de buscar las fantasías, para comenzar a encontrar las realidades maravillosas del ingenioso trabajo del hombre. Los colonizadores no comprendieron que el gran esfuerzo que tenían que hacer para remontar el Caroní y buscar el tesoro, era en si mismo su riqueza generadora de la energía más limpia.

Si bien encontramos en la obra un despliegue de evidencias de los variados y voluminosos recursos naturales identificados en Guayana, es igualmente generoso el autor en reseñar las investigaciones y ejecutorias desplegadas por los hombres nacidos y llegados a estas tierras. Es tan importante y significativa la obra realizada en la industria eléctrica, del hierro, del acero, del aluminio, del oro, forestal, agrícola y pecuaria; que se acrecienta la responsabilidad de quienes tenemos que garantizar la continuidad del esfuerzo del hombre por aprovechar esa naturaleza de forma ingeniosa.

Hasta ahora, en gran aporte financiero para mantener ese aprovechamiento de los recursos de Guayana, lo hizo principalmente el Estado Venezolano. Pero la pérdida de su capacidad como inversionista, nos obliga a construir un modelo de desarrollo que incorpore capitales privados, nacionales e internacionales, para evitar interrumpir el esfuerzo sostenido en Guayana para la construcción de “El Dorado para orfebres” ideado por Américo Fernández.

Acordamos su publicación y recomendamos su lectura a todos los hombres de Guyana, pero sobre todo a los del resto del país, que representados por el Estado Venezolano han invertido allí. Elías Nadin Ynaty Bello. Diciembre, 1995

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